16 enero 2018

'Lobezno: Elecciones sangrientas', de Tom DeFalco y John Buscema

En 1991, Marvel publicaba en su formato "novela gráfica", usando un término que con el tiempo significaría otra cosa bien distinta, una historia autoconclusiva (o one-shot) titulada Wolverine: Bloody Choices (Lobezno: Elecciones sangrientas). La razón: el contenido era demasiado directo para encajarlo dentro la serie regular, y la colección de Novelas Gráficas Marvel ya estaban entonces fuera de los últimos estertores del Comics Code. En ella, nuestro entrañable Logan está de vacaciones en Hawai (tras su época viviendo de incógnito como "Parche" en Madripur, que es narrada en los primeros números de la serie regular... Aunque eso no tiene por qué saberlo el lector, y aquí no afecta en absoluto), pero no puede evitar seguir el rastro de un niño del que puede oler el miedo. Eso le lleva a destapar una trama criminal y mafiosa que trafica con niños, y cuyo cabecilla es un remedo local de Kingpin, llamado Bullfinch. Cuando Lobezno decide actuar por su cuenta se topa con Nick Furia, que le advierte de que tiene un trato con Bullfinch para protegerlo si le proporciona información sobre el cártel de droga que está persiguiendo SHIELD. Naturalmente, las naturalezas enfrentadas de ambos serán uno de los conflictos principales de la obra.

Desde el título del cómic se nos advierte del principal tema de la obra. Todo dependerá de las elecciones que tomemos. La primera persona que narra la historia, el propio Logan, lo recuerda en varias ocasiones ante la derrota de sus enemigos: todos terminan vendiendo a sus compinches cuando su vida está en peligro. Aquí, el entramado delictivo no permite ninguna esperanza: desde el despreciable capo mafioso, pasando por un letrado sin escrúpulos cuyo único interés es él mismo, hasta el doctor, en el que Logan confiaba, y que también ha tomado su particular elección sangrienta proporcionando niños a Bullfinch. DeFalco pone en contraposición los dos estereotipos. Furia representa el cerebro, la razón, o si se quiere, una ética, una legalidad: ha prometido proteger a Bullfinch y lo hará, aunque no le guste. El propio Bullfinch se lo hace "jurar", porque sabe de las agallas de "los buenos". Además, como personaje de luz (en este caso), prefiere que la justicia se encargue de este deshecho de la sociedad, aunque le repugne. Es el papel que habitualmente recae en personajes como Daredevil. Del otro lado, Lobezno encarna al espíritu primario, al instinto vengativo. Es nuestro lado animal, y el propio personaje es consciente de ello. En su monólogo interior da cuenta de esa lucha constante entre sus instintos, y más de una vez pone sobre la mesa esa cuestión, esas elecciones sangrientas que debe hacer. Esto es: ¿sucumbir al instinto, lo cual tendría cierto tinte determinista, o plantarle cara para hacer de nosotros un ser humano pleno? He ahí el dilema. 

Evidentemente, es un debate moral que tiene doble filo. No sólo sirve para la pelea de turno entre personajes en teoría aliados, sino que ha de salvaguardarse la tesis primaria. El enfrentamiento entre estas dos visiones del mundo es inevitable, y Furia acaba perdiendo, pero era lo que debía hacer. Naturalmente, Logan no lo mata, sólo lo vence, y así al menos el agente de SHIELD ha cumplido con su promesa. A partir de ahí, Logan tiene carta blanca para acabar con Bullfinch. El cual, además, ante su inminente final, usa argumentos como la victimización: lo que necesita es comprensión, tratamiento, que le ayuden. Pero es ya un poco tarde para eso. El final es deliberadamente abierto, pero se intuye fácilmente lo que Lobezno hará con él. En el fondo, se trata un tema sensible: Bullfinch es un "corruptor de menores", es decir, abusa de niños, y ése es un delito que tanto la sociedad como los personajes del cómic no perdonan. Es fácil, en este contexto histórico-social, que la historia apueste por un vengador. Los ochenta terminaban y hasta entonces el peso de la justicia (o de la venganza más bien) había recaído sobre ellos, dada la desconfianza que existía sobre la eficiencia de los cuerpos de seguridad.

Es curioso el paralelismo de algunas secuencias con la primera entrega de Sin City. Ambas obras son editadas en 1991, aunque Sin City serializada, con lo que no podemos asegurar que haya una relación entre ellas. Sí que la obra de DeFalco tiene todo lo que le gusta a Miller, pero puede ser simplemente el espíritu de la época reflejándose en ambos cómics. 

En lo gráfico estamos ante un John Buscema espléndido como siempre, que además no pierde fuerza puesto que él mismo entinta sus lápices. Su paso por la serie regular de Lobezno ya había demostrado que era un dibujante excepcional. Lobezno: Elecciones sangrientas es un cómic que en España editó Fórum en 1992 y que, si no me fallan los datos, no ha sido reeditado en solitario, tan sólo Panini la editó dentro del volumen Lobezno y Nick Furia: Conexión Escorpión. que aún varias historias con ambos protagonistas. Es de agradecer esta reedición, aunque vaya acompañada de otra historia, porque una de las cosas que se necesitaban cambiarse en una nueva edición es la horrible rotulación cursiva en español de Fórum. Ya no estoy acostumbrado a ella (¿era mecánica o manual? La verdad es que no lo sé) y a veces me cuesta bastante entenderla. 

Lobezno: Elecciones sangrientas es un cómic de su época, y así debe leerse. Con sus pros y sus contras, resulta una historia vibrante donde dos grandes personajes enfrentan sus códigos éticos, todo ello bajo el arte del impresionante John Buscema. Un clásico, vaya.

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