29 febrero 2008

Reseñas varias

· El monte del sur, de Pocket Chocolate. Icedlands, 2007. En Oriente, no sólo Japón produce mucho cómic (manga), sino que otros países tienen una ingente producción que en España apenas conocemos. Por suerte, esas nuevas miradas en el mundo del cómic cada vez tienen más recepción en nuestro país. La editorial vasca Icedlands ha apostado fuerte por ese mercado tan poco conocido aquí como es el manhua, el manga no procedente de Japón.
Uno de esos títulos es El monte del sur, de Pocket Chocolate, pseudónimo del autor chino Gong Yijian. En él, se nos cuenta la historia de Zhiqiang, un prometedor joven que ha decidido ser fotográfo profesional. Cuando tiene la oportunidad de participar en un importante concurso de fotografía, decide volver al lugar de su infancia, la Montaña del Sur, seguro de que allí encontrará los parajes idílicos que retratar. Pero en ese lugar no sólo le aguarda el paisaje, sino que también tendrá que enfrentarse a su pasado y a la promesa que hizo a su primer amor.
Destaca de El monte del sur el preciosismo del trazo del autor, la evanescencia de sus rostros femeninos, el impacto estético de sus flamantes paisajes a toda página, llenos de color y de viveza. Como si de un personaje más se tratara, la naturaleza cobra un protagonismo inusitado en esta obra, que, por lo demás, entra de lleno en lo que los japoneses llaman shojo, es decir, una temática que habla de sentimientos y normalmente dirigida a las lectoras. Icedlands edita este tomo único en formato álbum y a todo color, con lo que podemos apreciar los dibujos (y los esbozos suplementarios al final del tomo) en toda su viveza.

· Futuro oscuro, de Zhang Xiaoyu. Icedlands, 2007. Y de una historia romántica pasamos a todo lo contrario, porque Futuro oscuro, firmada por el también chino Zhang Xiaoyu es una historia que se desarrolla en un tiempo postapocalíptico, donde la tierra se ha convertido en un vasto desierto hostil. Pero al parecer, existe un antiguo refugio antiatómico donde dicen que existe la felicidad. En medio de todo ello, el protagonista, Julian, decide ir en busca de ese Shangri-la postnuclear, pero no será un camino fácil, puesto tendrá que luchar contra todo tipo de seres para llegar sano y salvo. Xiaoyu pone sobre la mesa una historia con muchas dosis de acción, que tiene como referente aquella El puño de la estrella del norte de Buronson y Tetsuo Hara. Llama la atención el trazo cambiante del autor, quizá aún buscando recursos estilísticos de los que apropiarse ora del manga, ora del cómic americano.

· El jurado 13, de DJ Milky y Makoto Nakatsuka. Icedlands, 2007. Y finalmente un thriller con algunas gotas de terror psicológico: El jurado 13, donde la vida de un oficinista de seguros, Jeremy Rosen, empieza a ir de mal en peor al mismo tiempo que es requerido por un extraño tribunal como jurado. La trama cada vez se complicará más y Jeremy asistirá perplejo a lo que se está urdiendo contra él. Los autores trazan una historia a lo Abre los ojos desde el cómic oriental que resulta interesante. Con todo, el artista peca de no estar demasiado acertado en algunos planos o en la perspectiva.

28 febrero 2008

Ciudad de cristal, de Paul Karasik y David Mazzuchelli

· Ciudad de cristal, de Paul Karasik y David Mazzuchelli (adaptando la novela de Paul Auster. Anagrama, 2007. Paul Auster es uno de los mejores narradores contemporáneos, ¿alguien lo duda? Su capacidad para crear historias que atrapan al lector desde las primeras páginas, que hablan de la soledad, de las oportunidades perdidas, y, sobre todo, del supremo azar que rige nuestras vidas, es deslumbrante. Una de sus obras capitales es la Trilogía de Nueva York, que incluye tres novelas cortas, una de ellas esta Ciudad de cristal. La misma que, a instancias de un proyecto perpetrado por Art Spiegelman (autor de Maus, de momento el único cómic que se ha llevado un premio Pulitzer), recrearon en cómic el guionista Paul Karasik y David Mazzuchelli.

Ciudad de cristal cuenta la historia de un escritor de novela negra que, por designios del destino, es confundido con un detective privado. El escritor decide meterse en ese personaje y acude a una cita, donde otro pálido poeta le cuenta una historia aterradora: cuando nació, su padre, una combinación de místico y lingüista demente lo aisló en una habitación durante años para que aprendiera la “lengua original de los hombres”. Pero el niño fue rescatado y el padre recluido, pero está a punto de salir de su cautiverio. El hijo, que teme por su vida, desea que el detective le proteja. A partir de este planteamiento, la obra se convierte en una reflexión sobre el lenguaje (y la literatura), la identidad y el azar, los tres temas por antonomasia de las obras de Paul Auster.

Lo más interesante de esta adaptación de una novela al cómic no es su fidelidad, que lo es y mucho, sino la capacidad de los dos autores por trasvasar al lenguaje del tebeo (esto es, imagen y texto) una obra puramente narrativa, llevando al límite el lenguaje icónico y simbólico del que hace gala el cómic, proponiendo travellings conceptuales, disociando en diferentes momentos el discurso visual del textual, realizando collages, alternando estilos, imitando grabados medievales... Todo lo cual adapta el tono de narrativa poliédrica del relato de Auster, y da como resultado una obra nueva, ni igual ni diferente, sino complementaria, como dice Spiegelman en el prólogo, “un extraño doble, un doppelganger del libro original”. Mazzuchelli, que ya había contribuido a la renovación del cómic de superhéroes en los 80 junto a Frank Miller en Daredevil: Born Again y Batman: Año uno, firma aquí uno de los mejores trabajos de su carrera.

Editada por primera vez en España por La Cúpula de forma serializada, Anagrama la ha reeditado en un tomo dentro de la colección Panorama de narrativas, junto con el resto de obras de Auster. El mejor ejemplo de que el cómic es un medio tan válido como la novela.

16 febrero 2008

Cthulhu 1

· Cthulhu 1. Varios autores. Diábolo Ediciones, 2007. A pesar de ser un fenómeno en recesión desde hace muchos años, las revistas de cómic intentan resistir el embate de los tiempos en que vivimos con grandes dosis de entereza y, sobre todo, de amor por este medio. Es el caso de Cthulhu, una criatura con dos números anteriores editados bajo el amparo de Zanzíbar Ediciones y la Diputación de Málaga, y cuya cabecera renace ahora bajo el sello de Diábolo. La formidable criatura que imaginara Lovecraft sirve de título a una publicación que une a diversos artistas presentando historias de terror, que en este número orbitan sobre los mundos del escritor de Providence. Páginas que adaptan algunas de sus obras o que se inspiran en ese terror ominoso de H. P. Lovecraft con resultados muy logrados. Entre sus autores, Enrique Corominas (¿recuerdan aquel memorable, por ejemplo, Eye Gray editado hace años por Planeta?), Carlos Lamani, Bartolo Torres, Sagar Forniés, Meritxell Ribas, Raule o Luis NCT brillan con luz propia. Los amantes del género adorarán esta nueva apuesta editorial.

15 febrero 2008

Caballeros dragones

· Caballeros dragones, de Ange y Dohé. Glénat, 2008. Poco es el cómic oriental que conocemos aparte del manga japonés: tímidos intentos se hicieron -con poca fortuna- hace más de una década intentando publicar cómics de artes marciales chinos. Ahora, aprovechando que los vientos del este son favorables a las editoriales, el panorama va incorporando cada vez más títulos de países orientales. En este caso, estamos ante un álbum que presenta una colaboración entre un guionista francés, Ange, y un dibujante coreano, Dohé, y que nos propone una historia de fantasía heróica: Para detener la epidemia, los sacerdotes han ordenado purificar a la gente en gigantescas hogueras. ¿Pero se trata realmente de una epidemia? Veremos cómo una joven debe luchar, primero contra la superstición y la ignorancia de su pueblo, y luego asumiendo el legado heroico de su familia para enfrentarse con un terrible dragón. Aunque sencilla, la trama de Ange es eficaz y está bien narrada (muy interesante es la idea que plantea de que los dragones ejercen una influencia maligna, llamada el Velo, a su alrededor), pero si algo destaca de este trabajo experimental es el dibujo preciosista de Dohé: sus cambios de tonalidad en las páginas, su capacidad de evocación de un mundo fantástico consistente y realista (en la línea europeizante de Record of Lodoss War: La dama de Faris de Akihiro Yamada) son el pilar maestro de esta obra, que agradará a los aficionados al género y a los jugadores de rol. Glénat edita en gran formato (Colección Delicatessen) esta exquisitez para los ojos.

05 febrero 2008

Las trece en punto - James Stimson

· Las trece en punto, de James Stimson (La Faktoría K). La estética que dialoga entre lo tierno y lo siniestro está de moda, no puede negarse. El ínclito Edward Gorey fue la piedra de toque de esta curiosa fusión (imprescindibles sus tomos Amphigorey, editados en Valdemar), que mezclaba el gusto por lo macabro, lo amable y lo decimonónico, y más tarde Tim Burton, su devoto seguidor, llevaría esta estética a la primera línea de merchandising a base de Jacks Skellingtons y novias cadáveres. Dentro de esta corriente brilla el trabajo de James Stimson, a la sazón colaborador de Burton en James y el melocotón gigante, que en Las trece en punto nos entrega una obra a medio camino entre el cómic y el cuento ilustrado que fascina desde el primer momento por su particular universo estético y la simpatía que desprenden sus personajes. Una atmósfera densa, intrigante y sombría envuelve al lector desde la primera página, al acompañar a la pequeña protagonista de la historia en el descubrimiento de los tiernos monstruitos que irán apareciendo a cada golpe de campana: seres incorpóreos, fantasmagóricos y absurdos, pero tan amables que en vez de miedo inspiran cariño. El trazo suave de los lápices de Stimson se combina con los juegos tipográficos y con las rimas del texto, que son una suerte de poesía. El autor consigue crear un relato para todos los públicos, pero en especial para los más pequeños (siempre los más olvidados en el mundo del cómic) que La Faktoría K edita con especial mimo. A descubrir.
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